Radio Albayzín

miércoles, 8 de abril de 2020

Entrevista a Angel «Chencho» Ortas, técnico de iluminación de Rosendo



Entrevista a Angel «Chencho» Ortas, técnico de iluminación de Rosendo

técnico de iluminación de Rosendo
Empezó en el mundo de la música como backliner, trabajó como técnico de sonido y posteriormente se especializó como técnico en el campo de la iluminación.
Hablamos de Chencho Ortas, uno de los históricos técnicos de nuestro país tras más de 25 años rodando en la carretera.
Ketama, Santiago Auserón, Luz Casal, Carlos Nuñez, Semen Up y muchos artistas figuran en los créditos de Ortas. También Rosendo, inigualable referente del rock urbano con el que ha trabajado a lo largo de su trayectoria y con el que volverá a estar este año durante su gira de despedida.
Recibimos en Trade a Chencho Ortas para hablar de las labores del técnico de iluminación, de la escena actual y ojo, nos deja algunas recomendaciones para los que empiezan en el mundo de las luces.

Chencho, ¿cuáles son las principales responsabilidades de un técnico de iluminación?

Existen muchos matices y tendríamos que ver cada disciplina pero la misión principal del técnico de iluminación es que el público pueda ver bien el espectáculo.
En la música clásica, resulta obligado que cada músico pueda ver bien sus partituras e iluminar también el conjunto. En teatro y artes escénicas debes crear y lanzar efectos que acompañen la línea narrativa del espectáculo.
En espectáculos de música popular, en conciertos, la iluminación también sirve para marcar los ritmos, dar marcha al espectáculo e incluso a para provocar ciertas reacciones en el público.
Un ejemplo sencillo; en un concierto de rock enciendes las «cegadoras» y el público levanta las manos casi al instante, es una reacción casi física. La clave está en darlas en el momento exacto; si enciendes en el momento adecuado es fantástico porque provocan una reacción muy positiva pero si fallas… son luces que a destiempo molestan mucho.
Podemos trasladar este principio a cualquier otro efecto.
Si el artista interpreta una canción tranquila utilizas determinados recursos: luz suave, giros lentos, etc. Si estás en un concierto de música disco necesitas luces «estrobo» y efectos muy rápidos acordes al ritmo del show.

¿Qué es lo mejor de la profesión del técnico de iluminación?

Todo tiene su cara y su cruz. Para mí, personalmente, lo mejor a lo largo de estos años han sido los viajes, conocer lugares, recintos, gentes y permitirte estar en sitios que te gusta estar.
Si te metes en esto es porque te gusta la música, te gusta el teatro, porque te gusta lo que haces.
Y sobretodo te permite recibir con inmediatez un estímulo muy fuerte de tu trabajo. En el sentido de que tú contribuyes a producir una cosa muy bonita que estás viendo a tiempo real en una situación privilegiada, en la que sientes esos nervios del directo; es algo muy satisfactorio.

¿Y la cruz?

Analizándolo con tiempo ocurre que yo, hoy por hoy, voy a ver un concierto de los Rolling Stones y en lugar de estar disfrutando plenamente del concierto estoy pensando en el diseño de la iluminación, si un efecto ha funcionado bien, si se ha ido un foco o algo ha entrado a destiempo…
Al final tu hobby se convierte en tu profesión, se convierte en trabajo y disfrutas menos de la música.

¿Cuál es el trabajo del técnico de luces que no se ve?

Claro, cuando tienes un trabajo itinerante viajas mucho. También vas a casas de los demás… por ejemplo, cuando vas al Teatro de la Zarzuela es la casa de otros técnicos. Se abren varios caminos.
Hay un estudio y preparación previa del material, de la estructura, del viaje y de la estancia. Y luego lo que el público ve es, digamos, un 10% de tu trabajo. Pero vamos, no sólo del técnico de luces, también del artista, de los demás técnicos y del resto de profesionales que trabajan en el show.
La dinámica del oficio consiste primero en elegir bien el equipo, cargar un camión, viajar, montar el equipo, programarlo y que todo funcione, con todo lo que conlleva el directo.
Quiero decir, no es lo mismo trabajar en un teatro cerrado con aire acondicionado que en una plaza de toros, a las tres de la tarde, en un festival, en el mes de agosto y en el que a las cinco de la tarde entra el público sí o sí.
Tú tienes que grabar de 15h a 15:30h una iluminación que no ves, si no que intuyes, y ahí es donde entran los trucos y la experiencia profesional.
Cuando concurren estas circunstancias yo lo que hago, pongo la mesa de control en el mismo escenario y dirijo los focos y apunto a mis ojos porque a esas horas no los ves. De este modo cuando llega la noche y arranca el evento más o menos tienes la iluminación controlada y sólo necesitas pequeños ajustes.
Por el contrario para mí el teatro es el mejor mundo, o una sala en la que apagas luces y enciendes un recorte y ya está el efecto. Tienes el recorte, tu guitarrista, tu cantante… un solo foco y estás creando un efecto.
Mientras que en la música en directo en espacios abiertos estás vendido. Con lo cuál, con los años y por tradición ha habido un despliegue de medios, en cuanto a cantidad, para conseguir el mismo estímulo o el mismo resultado que consigues en un espacio cerrado con veinte recortes y dos móviles.
La iluminación en espacios cerrados es mucho más agradecida. Ten en cuenta que estás trabajando desde el primer momento en las mismas condiciones que vas a encontrar durante el bolo.
Mientras que cuando trabajas en un campo de fútbol abierto las condiciones con las que preparas la iluminación no tienen nada que ver con las que tendrás cuando arranca el concierto.
Y luego hay cien mil cosas que no dependen de ti ni del grupo. Hay cosas que dependen de la organización.
Me explico. Por ejemplo, el cantante se va a poner un sombrero y tú haces un oscuro. Si la luz de la barra del bar –que es importante porque está facturando– no está bien hecha, todo el público ve al cantante ponerse el sombrero. Una bombilla mal puesta te hunde el efecto y rompe la magia.
Este tipo de situaciones en un teatro no ocurren. Tu sabes que son seis (segundos) y el artista tiene el gorrito y está sobre la marca, enciendes y lo clavas.

En los espacios abiertos, ¿cómo son de importantes los primeros temas del concierto? ¿Los 10 ó 15 minutos del show necesitas «volar» con los ajustes?

Sí, de todas formas hoy vivimos en un mundo técnico en el que programas como Wysiwyg y otras herramientas virtuales te facilitan mucho las programaciones. También depende de la categoría y del tipo de espectáculo.
Yo hago mucha danza también y, aunque no genera tanto dinero como la música en directo, en el 99% de las veces tú actúas hoy pero montaste ayer o antes de ayer; tuviste unos ensayos, conoces el teatro, sabes a qué velocidad sube el telón… todo está mucho más controlado.
En la música en directo en un nivel top puedes grabar la noche anterior y puedes ver más o menos las condiciones que vas a tener. Pero si vas a un festival, me atrevería a decir que del 80% para abajo del gran cantante o del gran producto te las «comes» y dependes mucho de la suerte que tengas.
Hay bolos que empiezan a las 22h, tienes suerte y puedes grabar o retocar posiciones a las 20h y más o menos tienes garantizado tu trabajo.
Y en otros a las 15h entra el público… y en estos casos es muy importante mantener la serenidad, tener recursos que a ti te funcionan… un estándar, una serie de cosas que te funcionan bien, básicas, que tienes históricamente probadas y que son tu recurso inicial.
Luego, durante los dos o tres primeros temas es cuando realmente ves cuáles son las condiciones, que pueden ser muy diferentes a las que tenías cuando probaste.
Incluso hay cosas que pueden parecer negativas a priori que se convierten en positivas.
Por ejemplo: plaza de toros, música movida, la gente se mueve y el polvo del albero sube hacia arriba; tú sacas un foco y la iluminación de las partículas te da una imagen muy buena, como si estuvieras sacando una especie de humo.
Negativas. La feria de al lado te enciende la noria con una iluminación muy potente que no estaba encendida durante la prueba y te rompe la atmósfera del concierto. Y este tipo de cosas imprevistas pueden afectar también en cualquier otra faceta del espectáculo.
Pero ese juego al final enriquece la profesión. Hace que todo sea más dinámico, es el puro directo que hace de cada concierto un espectáculo diferente, es un aliciente, la «antimonotonía».

¿Cómo ves la evolución tecnológica en el sector audiovisual?

Volvemos a la cara y la cruz. Las nuevas tecnologías te posibilitan mucha programación…
Tú ves la edición de Eurovisión del 89 y ves cualquier otra edición de los últimos cinco años y alucinas. Las pantallas en el suelo que detectan las pisadas, la generación de olas y los efectos en general son espeluznantes.
Pero toda esa tecnología le quita un poco el punto «animal».
Me explico. Yo he estado haciendo festivales de música dance con buenos medios, salir todo bien, dar un buen espectáculo y al salir del festival e ir al hotel, oír a una chavala cantando acompañada con un piano y en ese momento del día se me ha puesto la piel de gallina, porque la tía canta de p*** madre y porque el pianista toca igual de bien. Y están los dos debajo de una lamparita pero tienen ese punto animal que te digo.
Yo creo que hay que buscar algo intermedio entre lo animal y los medios tecnológicos. Evidentemente ayuda tener buenas luces, buenos aparatos y buenas proyecciones.

¿El espectáculo visual puede «comerse» al artista?

Correcto. Y eso queda probado en muchas ocasiones cuando varían las condiciones. Hay gente que mantiene el interés en el espectáculo en situaciones desfavorables porque son ellos los que tienen ese power.
Yo he tenido el privilegio de trabajar con Rosendo y en un par de conciertos se ha ido la luz en la recta final del concierto y el tío ha tirado hacia adelante.
Recuerdo uno en particular en el que saltó el generador, se quemó y no había nada con lo que salir de ahí cuando quedaban tres temas. Imposible.
Ante la cuestión de «cortamos aquí» o «seguimos», Rosendo –por su criterio bajo mi punto de vista animal– siguió con esas tres canciones.
Las tres últimas canciones se hicieron con la luz de cuarzo, con la luz de de entrada al público –era un polideportivo– e increíblemente funcionó. La gente estaba en un punto muy arriba y siguió moviéndose, aplaudiendo… eso lo que te demuestra es la fuerza y el tirón del artista.
Y también lo contrario. Hay artistas que incluso se niegan a actuar porque son conscientes de sus limitaciones y de que lo que mantiene el show en gran medida es la pantalla tal, el foco cual… por desgracia es así.

¿Qué equipo básico de iluminación necesita alguien que empieza para sacar un pequeño bolo adelante?

Bueno, primero hay que cumplir los básicos dependiendo del estilo. Para un grupo de rock fuerte que todavía no entre en el fenómeno fan no importan los frontales, importan más los efectos y el ritmo.
Pero por regla general la gente va a ver a «Manolito», al artista que ya sigue, y necesitas unos frontales, necesitas iluminar al cantante, al primer guitarra, etc. Luego unos efectos de corrección clásicos; si alguien está haciendo un solo necesitas realzar a ese señor, acompañar las intenciones de la música y de los artistas.
Si lo traducimos en focos y a equipos que es lo que interesa –hoy los mínimos han subido porque tenemos la retina muy acostumbrada–, necesitas una serie de móviles que te den la luz de color, los Wash, que tengas una contra para cambiar colores con cierto movimiento; una serie de móviles tipo spots, que tengas efectos, que tengas texturas y que te posibiliten por ejemplo cerrar el ojo al artista o al lugar que quieras.
Y luego un poco de iluminación convencional (estáticos con filtro de color) por muchas razones, entre ellas también por seguridad, a medida que complicas la iluminación se incrementan las posibilidades de fallos.
Con estos tres juegos puedes defender el bolo.

¿Se puede hacer un buen bolo con pocos equipos de iluminación?

Sin duda. En uno mismo es muy díficil verlo pero yo he asistido a conciertos, no trabajando si no como público, y he visto espectáculos con pocos recursos pero con gente que tiene mucho ritmo y muy buen gusto para la mezcla de colores, que con cuatro cositas engrandecen mucho el espectáculo, que es de lo que se trata.
Si ese mismo señor tuviera lo más grande a nivel medios pues el concierto se saldría. Y también he visto conciertos con unos equipos cojonudos y el resultado, pues bueno, no ha estado mal.
Y ahí es donde está el iluminador. Y sucede igual en el sonido y en todos los campos yo creo. Con buenas herramientas siempre es mejor pero cuando tienes recursos muy limitados es donde se demuestra si haces un producto que merezca la pena.
Y hay mucha gente joven que la ves, que tienen una carilla de niños, que te hacen un bolo de chapeau!
En el oficio y si eres justo, esto lo ves y se demuestra mucho en los festivales porque todos trabajamos con el mismo equipo. Ves cómo trabaja al técnico de iluminación que va antes que tú y también los primeros temas que van después de tu concierto mientras recoges tus cosas.
A veces te quedas aunque no te guste el artista y muchas veces te sorprenden, quizá porque le ha «cogido el rollo» al montaje, o tiene «super-cogido el rollo» a su músico o a su espectáculo, o porque lo tiene todo megaprogramado con Wysiwyg y alucinas.
Con Wysiwyg te permiten cargar todo lo que has preparado antes y marcas la diferencia.

3 ideas, 3 consejos que le darías a un estudiante o a alguien joven que quiere dedicarse a la iluminación profesional en el mundo del espectáculo

Lo primero ser calladito y ser humilde.
Tienes 20 años y te crees que lo tuyo es lo mejor. Lo he visto muchas veces y es un error a todos los niveles; es algo que va con la edad.
No puedes entrar arrasando. Aunque internamente tengas tu visión de la iluminación debes observar mucho y aprender de la gente que sabe. Luego trabaja, avanza en el camino de todos y llegará tu momento en el que puedas desarrollarte y mostrar tu talento. Sin olvidar tus inicios; la humildad.
Por otro lado, cuando ves un oficio desde fuera sólo se te muestra el producto, la punta del iceberg.
Cuando ves a un bailarín que danza durante 15 minutos una coreografía puedes pensar que se lo está llevando muerto. Pero no, perdona, lleva desde las 8 de la mañana en pié, se ha tirado una hora calentando, ha ensayando durante horas, meses, tiene una cantidad de lesiones que ni conoces… digo un bailarín como podría ser cualquier otro profesional.
Tienes que enterarte y sopesar de qué va la cosa, entender la profesión del iluminador y saber si es para ti.
En el caso del iluminador necesitas una serie de cualidades, digamos. No te tiene que dar miedo la altura, tienes que tener una cierta fuerza física porque aunque los aparatos cada vez pesan menos… los equipos pesan, son camiones, son jornadas largas… lo de ocho horas de trabajo es la excepción, quizá en Ayuntamientos, teatros, etc. pero en este oficio un tío que se hace un bolo trabaja veinte horas seguidas, como suena.
Llega a las ocho de la mañana, descargas su camión y haya sol, lluvia o lo que venga te pones a montar porque aquí no existe el mañana. El bolo es ¡hoy! Punto. A las 20h se abre la puerta al público; da igual que estés cansado, que trajeras 20 focos y se hayan roto 3 focos, da igual todo. Son jornadas non-stop.
Los luceros que llevan años en esto, quizá también otros que llevan poco tiempo, saben que hay bolos que han salido fenomenal y otros bolos, en los que la prueba todo-bien, pero de repente ha habido un corte de corriente antes de arrancar el show y ¡pum! se ha ido la mesa, la gente ya dando palmas pidiendo que empiece el concierto y te traen una mesa virgen. Y te haces el bolo.
A mí me ha pasado, tiene fecha, en Guadalajara, desde dentro dan la orden de arrancar y tú tienes la mesa en cero, nada. Y cuando digo nada es nada.
Ahí ni técnico de iluminación ni nada. Ahí entra tu «temple» porque lo más normal sería que te diera un ataque cardíaco o que echaras a correr.
Entonces es una cuestión, volviendo a lo «animal», de mantener la calma, enciendes en local fixture, los focos se ponen rectos, en blanco, los artistas salen y según van saliendo tú como loco empiezas a grabar memorias en directo y sin descanso, con el manager del grupo detrás de ti y a punto de darle algo al corazón también, el que te pone el equipo también se quiere morir…
Lo que te salva ahí no son las ideas, no es ser buen técnico, no es el Wysiwyg con todos mis respetos, no es una gran MA, no es nada.
Ahí eres tú. Y tienes que decirte: «tranquilo, ya se ve». Sí, es una cagada pero en el segundo riff ya tienes el rojo, vas montando todo y a la tercera canción ya lo tienes todo arriba y estás disfrutando.
Has querido cortarte las venas hace 15 minutos y hasta ahora no has oído casi ni la música. En esos momentos no existe nada en tu cabeza, solo silencio, cuando ya has levantado toda la iluminación es cuando puedes respirar.
Un poco más tranquilo pero con el ritmo cardíaco todavía desbocado, vuelves la cabeza hacia atrás y ves que el manager «te ama» (risas), el tipo del equipo «te quiere» porque sabe que no le vas a pegar ni le vas a quemar el equipo cuando acabes, el público está enganchado al concierto… y eso a ti como persona, como trabajador, esa satisfacción personal de sacar un trabajo imposible adelante… vamos, es impagable.

Cuáles son los factores críticos, aquello en lo que pones el ojo según llegas al recinto del concierto

Orden de prioridades. Está claro.
Si has quedado a las 8h, llega a menos cuarto o media hora antes. Para no agobiar a los demás, para no agobiarte tú… Llegas con tiempo, saludas a la gente educadamente y más o menos discretamente miras dónde coñ* tienes tu acometida.
Lo primero es la corriente. Todo: sonido, luces, el cantante… todo se alimenta de corriente. Entonces, aunque hoy por hoy los niveles han subido no te puedes fiar de nada.
Yo hablo con los técnicos, escucho cómo están las cosas pero lo primero mira la acometida, si la compartes con sonido y hay muchas cosas, si el generador es de fiar, que no sea uno de obra, etc.
Porque tú debes actuar después en consecuencia. Si el generador y la toma son una «castaña» solo voy a forzar el equipo en la última canción. Empezaré poco a poco, tirando cada vez un poco más.
La corriente te avisa, como todo en la vida. Antes de saltar la corriente puedes tener vibraciones, oscilaciones… si no hay fluctuaciones vas sumando y vas sumando pero debes ser progresivo a la hora de tirar de los recursos.
Tienes que tener cierta picardía; la corriente es fundamental.
Segundo: la distribución del tiempo.
Cada uno tiene sus prioridades. Quieren probar vestuario, quizá tiene que hablar el alcalde, hay otros técnicos… Y  tú debes conocer cuál va a ser tu tiempo de grabación, cuál va a ser tu tiempo de actuación. En estas 24 horas del día cuándo voy a poder meter yo mano.
Te lo digan o no, tú tienes que contar con la distribución del tiempo a todos los niveles. Incluso para ir al baño. Te lo deben de decir desde producción pero en todo caso tú tienes que enterarte. Tú lo ves y tú tienes que tener picardía.
En un festival, por ejemplo, tienes 30 minutos para meter tu show. Y te dicen de 19h a 20h prueba del grupo X, de 20h a 21h vas tú. Si a las 19.30h ves que están montando la batería, tú en la vida vas a empezar a las 20h. Entonces sabes que tus tiempos se desplazan y posiblemente se van a acortar.
Si ves que van retrasadas las pruebas tienes que ir adelantando otros trabajos que haces habitualmente después de la prueba porque después no tendrás tiempo para ello.
Y luego hay cosas que tienes que supervisar tú, digamos… los accesorios.
Parecen detalles pero el resultado luego es la noche o el día.  Son mil cosas: máquina de humos, humo, viento, ventilador, cómo está puesto… porque puedes tener una programación perfecta pero tienes que hablar con los demás técnicos «oye, ¿la máquina de humo está en automático? ¿sí?, ¿cómo la tienes? ¿la disparo yo?; las entradas y salidas del set de batería, una serie de cosas que parecen poco importantes pero que pueden arruinar tu trabajo.
Aunque sea trabajo de los backliners. Ellos también tienen problemas de tiempo y prioridades muchas veces.
Entonces, tú tienes que asegurarte de que están bien las marcas de tu gente en el escenario, de tu batería, de tus artistas… porque la prueba quizá la puedes hacer bien y todo fenomenal pero en el caos, con los nervios y prisas del directo te pueden colocar la marca de tu batería un metro más para atrás, el micro del otro no sé donde…  Tú luego enciendes una luz y ya te puedes imaginar lo que va a pasar si las marcas no están bien. Ese tipo de cosas parecen secundarias pero lo son todo.

¿Cuál es el clásica incidencia que se encuentra el técnico de iluminación?

Cada vez menos pero evidentemente la prioridad es el sonido en un concierto. Si la música suena bien aunque la iluminación sea normalita el evento sigue siendo un espectáculo digno.
Mientras que con un espectáculo de luces increíble, como el sonido no esté bien, aquello no hay quien lo levante. La gente no llega a concentrarse, el público está mirando para atrás y sentencian al técnico de PA aunque el pobre no sea el responsable.
Como existe esa prioridad –el sonido– lo que te puede pasar es que absorba tu tiempo, tus recursos, tu todo.
Y luego otros imprevistos. Por ejemplo, si ha llovido la gente que en teoría iba a estar a tu servicio tiene que estar achicando agua, poniendo vallas o haciendo quién sabe qué.
Tienes que ser consciente de las prioridades, nunca enfadarte ni perder la calma y encontrar soluciones para sacar el show adelante.

Una anécdota, un recuerdo imborrable de tu carrera

Me han marcado personas, colaboraciones…
Recuerdo uno concierto de Carlos Núñez en Burgos, de éstos en los que se alinean los planetas, que para mí fue uno de mis mejores trabajos, con neblina, en un espacio increíble… fue un concierto mágico.
Y luego trabajando de técnico de luces y stage manager para Santiago Auserón, que es un tipo hiperinteligente y con un oído superdotado.
Recuerdo que un día me llama y me dice: «Chencho, oigo como un vibrar en aquella esquina…», para ponerte en situación: había 4.000 Vatios de side-fill «a todo mango», sus cuñas sonando «a todo mango», y él me dice que le está molestando por allí algo (señala hacia un lado)… me acerco hasta allí, miro, y había una tuerca pequeñita que vibraba en una valla de seguridad a 15 metros de distancia del centro del escenario y, efectivamente, producía un sonido muy agudito. Chapeau!

Y para finalizar, ¿qué proyectos de iluminación tienes en el horizonte Chencho?

Este año, desde el verano tenemos la gira de despedida con el jefe (Rosendo), que se retira un poco de los escenarios. Y ahora estamos preparando toda la producción.
Pasaremos por Bilbao, Barcelona, Madrid, Granada… Vamos a hacer un final de gira con unos conciertos muy realzados a nivel producción, que se van a grabar para la posteridad. Estoy muy ilusionado con esta gira que cerramos el 22 y 23 de Diciembre en Barcelona.

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