EL RIDER TÉCNICO, SU IMPORTANCIA.
Con la experiencia he detectado que hay muy pocas diferencias entre el CV de un técnico de sonido y los riders que presenta. De hecho, dicen más de él sus riders que el propio currículum. Quien trabaje en una empresa de alquiler de equipos bien sabrá de esa sensación que a uno le embarga cuando descubre el rider del artista para quien le toca trabajar esa noche: de un vistazo sabe si tendrá o no problemas. ¿Y eso porqué?
El rider técnico es, de hecho, la carta de presentación de cualquier banda o artista. Por definición, es un documento que especifica lo más ajustado posible las necesidades técnicas para la sonorización de un acto (evidentemente, en estas líneas, sólo hablo del sonido). En un mundo ideal, el promotor lo utilizará para seleccionar la empresa de servicios que más se adecue a las necesidades presentadas y, para la empresa elegida, un guión específico del material que necesita (lo que, a su vez, permite generar un presupuesto adecuado). Usualmente, además, implica el concurso de lo que se conoce como contra-rider, una propuesta técnica por parte de la empresa de servicios que ayuda a delimitar las opciones presentadas, a la vez que aporta la parte de “experiencia” si se realiza en un espacio que la empresa conoce como la palma de su mano.
Un rider necesita resolver rápidamente todas las preguntas que, desde una perspectiva técnica, se necesitan para abordar un evento. Normalmente (y esto no es norma) se compone de tres cuerpos principales. En el primero se especifican las características generales del sistema: qué tipo de PA se prefiere, el nivel de presión sonora requerido, la mesa de control, los periféricos necesarios (ya sean propios o que deban aportarse), el tipo y cantidad de monitores de escenario (informando si la banda viene o no con su técnico de monitores) y otras informaciones útiles como cantidad de tarimas, propuesta de horarios, etc. Incluir el contacto del propio técnico es imprescindible.
La segunda parte, y no por este orden, es lo que se conoce en inglés como stage plot: un dibujo que permita a cualquier persona colocar toda la parafernalia en el escenario de manera correcta y precisa. Esto incluye la disposición de los músicos en escena, la disposición de sus monitores (cantidad y orientación), los puntos de corriente, incluso por dónde deben o no pasar los cables, etc. Aunque no lo parezca, este dibujo, que puede ser muy poco artístico, es tremendamente necesario sobre todo si hay más bandas participando en ese evento.
Finalmente, una tercera parte se refiere exclusivamente a la microfonía. Utilizando una tabla, se especifican uno a uno los canales que se utilizarán, determinando su orden en el patch de mesa, el micrófono deseado e incluso el tipo de soporte de micro deseado. En caso de utilizar una configuración de mesa analógica es posible indicar además si tal canal tiene insertado un compresor y/o puerta de sonido, etc. También podemos especificar la cantidad y modelo de efectos deseados y su retorno en la mesa.
Suelen pasar meses entre la negociación entre el promotor y la oficina de management y el concierto y es fácil que quieras modificar el rider durante ese tiempo. Especifica en todos tus riders la fecha de publicación y algo como la versión, así como un enlace web que permita a la empresa verificar si están trabajando con la última versión y pueda descargarla.
El contra-rider ofrece alternativas no contempladas en el rider enviado o, simplemente, pone los puntos sobre las ies. Aquí es donde no debemos convertir una negociación en una discusión. Dicho de otra manera, donde no deberíamos generar problemas. Muchos técnicos se enfadan cuando las empresas no pueden o no saben cumplir sus riders, pero es que la mayoría de veces son los propios técnicos quienes presentan riders imposibles.
¿Qué es un rider imposible? Algo tan sencillo como pedir un conjunto de cosas que suponga un descalabro económico tanto para el promotor como para la empresa de servicios. Algo que se soluciona con algo que todos conocemos: la coherencia.
Un rider no es una carta de los reyes, sino un guión de lo necesario para cubrir un evento. Basta ya de pedir eso que nunca hemos sido capaces de conseguir pero nos mola un montón, porque al final lo que conseguimos es generar discusiones innecesarias. ¿Verdad que eres capaz de sonorizar un bombo con un D-112 en vez de con un D6? Sí, sé que te gusta el D6; entonces, especifica en el rider que en el bombo quieres un D6, un Beta52 o un D-112, por este orden… y acepta la contra-propuesta. La mayoría de empresas de servicios querrán satisfacer tus necesidades y, sin duda alguna, aquello que te ofrecerán será lo mejor que pueden ofrecerte. Si no lo hacen, no pienses que la culpa es suya, seguramente es porque tu banda (de la que formas parte) no genera el suficiente negocio como para invertir en ella.
La coherencia es vital para sobrevivir en este negocio y el rider, siendo la primera toma de contacto técnica entre proveedor y usuario, debe generar un clima de confianza necesario para abordar a la perfección el evento.
Asimismo, cuanto más complejo sea tu rider, más responsable debes ser. Parece una tontería, pero si pides un Avalon 737 para insertarlo en una consola digital con lo que esto puede suponer y te lo aceptan, entonces utilízalo y hazlo bien… quizá la próxima vez que coincidas con ellos te encuentres con un “no” claro, rotundo y justificado.
Descarga de ejemplo | Rider técnico de Marky Ramone (tour 2014)
Artículo publicado en www.hispasonic.com por R. Sendra
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