ABR 2015
Fotógrafo de profesión pero también doctor en Historia y exprofesor en una universidad pública, Czuko Williams se define a sí mismo como free lance “por libertad”. Una libertad que le priva de muchos contratos pero que le permite fotografiar lo políticamente incorrecto o económicamente improductivo. Este fotoperiodista español ha desarrollado su trabajo en zonas tan candentes como Siria, Ucrania o lo que quedaba de Filipinas tras el paso del tifón Haiyan. Defensor a ultranza de la ética periodística y la libertad de prensa, actualmente colabora -entre otros- con la agencia Corbis, UNICEF y Médicos del Mundo. Precisamente esta oenegé lo seleccionó como tercer finalista en la última edición del Premio Internacional de Fotografía Humanitaria Luis Valtueña por su serie “Hotel de las estrellas”.
Czuko Williams
Inicié este proyecto en 2008 con una imagen que tomé en París mientras trabajaba en otro reportaje. Entonces me llamó la atención encontrar mucha gente sin hogar en las calles de aquella ciudad. Pero lo que más me impresionó fue la campaña que Médecins du Monde [Médicos del Mundo] estaba realizando: consistía en entregar tiendas de campaña a las personas sin hogar para que pudiesen pernoctar. Hice algunas fotos y hablé con varias de aquellas personas. Una de ellas me comentó, muy alegre, que era la primera vez que dormía en un ‘hotel’.
Los temas de la gente sin hogar o la mendicidad –a veces erróneamente mezclados- son recurrentes en la fotografía documental y en la foto denuncia. Casi es posible señalar que deben ser muy pocos los fotógrafos que alguna vez en su vida no han detenido su mirada en aquellas personas que viven en la calle.
Tengo la certeza de que no voy a cambiar el mundo. De forma independiente ninguno podemos hacerlo. Pero también tengo la certeza de que preguntándonos cosas y haciendo visible lo que permanece oscuro, contribuimos al cambio global.
Foto: Czuko Williams
Foto: Czuko Williams
En 2011 comencé la serie en Madrid y fui ampliándola poco a poco a los diferentes lugares que visitaba con motivo de mi trabajo o de otros proyectos. En 2012 comprendí que en Madrid se estaba multiplicando el número de personas que dormían en la calle. No era solo una impresión.
Mis primeras aproximaciones fueron de las que se pueden decir clásicas y muy fotoperiodísticas. Uno tiene su estilo, su flujo de trabajo y sus vicios fotográficos, y es complicado abstraerse de ellos. Buscaba caras, manos sucias, miradas perdidas, de desolación. Buscaba algo como lo que había visto cientos de veces en las fotografías de los maestros. Buscaba la inspiración que había encontrado en Doisneau, en Lisette Model, enCartier-Bresson.
El proceso de creación fotográfica de este proyecto tenía una parte muy importante en la conversación con las personas a las que buscaba o me encontraba. No todas eran accesibles; no todas querían hablar; no todos volvían a cruzarse en mi camino después de haberlos fotografiado.
Y así fue como empecé a comprender que la parte más importante de su historia era precisamente la que no estaba retratando. Me había perdido en la proximidad desviando el foco del contexto. Al editar el trabajo no veía más que imágenes de gente sin hogar que solo satisfacían mi ego personal como fotógrafo.
Foto: Czuko Williams
Foto: Czuko Williams
Un antiguo vigilante de seguridad y escolta del Programa de Protección a la Mujer Maltratada que por diversos avatares acabó viviendo en la calle me explicó tres cosas muy importantes para mi proyecto.
Lo primero, que las personas que viven en la calle se acaban convirtiendo en invisibles. Lo segundo, que muchos de ellos quieren y persiguen esa invisibilidad, y por último, lo que resultó de vital importancia para mí: todos son huéspedes de un mismo hotel, el ‘hotel de las estrellas’.
El hotel de las estrellas es un hotel en el que cualquiera de nosotros podría ser huésped un día. Un hotel cuya factura se paga, a veces, con la vida. Un hotel de paredes invisibles para gente invisible. Un hotel de comodidades invisibles. Un hotel sin botones ni recepción donde los ascensores solo descienden directamente al infierno y jamás suben a ninguna parte. Un hotel de indiferencia y frustración, de soledad y tristeza en el que a pesar de todo transcurren historias de vida, esperanza y sueños frustrados. Historias de desamor y de abandono.
La exclusión social es, a mi entender, una de las lacras más duras a las que se enfrenta la sociedad actual. No es tan sencillo como algunos medios han querido hacerlo ver señalando en el sinhogarismo el resultado final de los desahucios y la crisis de la vivienda. Nos enfrentamos a un fallo sistémico. Algo falla en el sistema para que la única oferta que se puede hacer a miles de personas sea una plaza en el hotel de las estrellas.
Foto: Czuko Williams
Foto: Czuko Williams
Artículo publicado en www.quesabesde.com
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