El suicidio de una foto.
En 2006 Nina Berman tomó una fantástica fotografía de Ty Ziegel y Renee Kline poco antes de su boda. Lo excepcional del tema es que Berman llevaba tres años trabajando con soldados que habían sido gravemente heridos durante la guerra de Irak, y en dicha foto el marine Ziegel aparecía con su rostro completamente desfigurado después de año y medio de intervenciones quirúrgicas tras las múltiples quemaduras que sufrió en la contienda.
Aunque la fotografía era parte de un encargo que la revista People hizo a Berman, los editores decidieron no publicarla porque su historia pretendía mostrar una cara más amable del amor. Eso sí, le valió un merecidísimo primer premio en la categoría de retratos del World Press Photo al año siguiente. Y con ello visibilidad, mucha visibilidad. Tanta, que la foto se volvió viral.
La foto de Berman colgada en la exposición del World Press Photo en Visa pour l'Image 2007, en Perpiñán.
El retrato es francamente impactante. La historia que hay detrás de él es importante y de rabiosa actualidad -las malditas guerras y sus consecuencias, ya se sabe- y encima combina un relato personal de superación con el amor incondicional de dos jóvenes. ¿Qué más se le puede pedir a una fotografía? Así que nadie, ni siquiera la autora, se llame a engaño: tenía –y tiene- todos los ingredientes para permanecer en el imaginario colectivo. Para bien y para mal.
Pero a veces las cosas se tuercen. El primer indicio, insospechado entonces, lo tuvimos en Quesabesde con la negativa de Berman a concedernos una entrevista para hablar de la foto. Negativa que lógicamente incluía no usar el retrato bajo ninguna circunstancia. Debo admitir que me sorprendió que Berman rechazase tan tajantemente y sin ningún tipo de aclaración, pero obviamente respetamos su decisión.
Hoy, unos cuantos años después, descubro el porqué y comparto a medias la decisión que un día tuvimos que aceptar a regañadientes. El pasado 10 de diciembre, en escasos ocho minutos y visiblemente nerviosa, Berman explicaba en una charla en Nueva York las consecuencias negativas de que su retrato se volviese viral.
La fotoperiodista, ahora en la agencia Noor, hablaba del uso malintencionado y descontextualizado de su imagen. Fue inspiración para memes de dudoso gusto. Incluso el mismísimo Donald Trump intentó convencerla para usarla en un libro (da escalofríos pensar con qué propósito). Durante su charla Berman argumentaba así su negativa al más que probable candidato republicano: “La imagen podría perder su potencial y acabaría siendo un instrumento grosero para manipuladores e idiotas.”
Pues sí, Nina, resulta que no todo el mundo entiende que invirtieras meses en capturar el sufrimiento de alguien que tendría que arrastrar de por vida las secuelas físicas y psicológicas de una guerra. Conviene recordar que nuestro protagonista falleció de sobredosis de heroína y alcohol. Es más, hay quien está dispuesto a hacer broma, no solo de la cara desfigurada del soldado Ziegel, sino también de la aparente apatía con que posa Kline.
Pero la fotografía no iba a escapar a la inevitable dualidad de casi todo: siempre hay un lado bueno y un lado malo. Comprensible que ver tu foto completamente descontextualizada hasta el límite de humillar a los protagonistas te haga enfadar, te ponga nervioso e incluso te lleve a intervenir en las redes sociales para redirigir el sentido de la misma.
Entendible incluso que, en tu empeño por salvaguardar la dignidad de tus personajes -algo que dignifica a Berman como autora- autocensures tu trabajo e intentes vetar su uso. Pero Internet, para lo bueno y para lo malo, tiene sus propios mecanismos y es difícil de controlar. Imposible en la mayoría de casos.
Si un fotógrafo no puede evitar el uso malicioso de una imagen con la fuerza y las virtudes antes enumeradas, qué mejor que usar ese potencial viral que ha demostrado. Los que quieran usarla con intenciones macabras lo harán hasta que se cansen de ella o encuentren otra foto en la que verter sus frustraciones. Pero su capacidad de hablar de los estragos de la guerra perdurará durante décadas.
El guantazo en la cara de George W. Bush por su política exterior, a las compañías armamentísticas y a quienes creen en la guerra contra el terror está garantizado –para décadas- con esta imagen. Solo por eso ya vale la pena compartirla, hablar públicamente de ella, de la historia de este soldado. Porque quien aparece aquí retratado no es solamente Ty Ziegel: son todos los veteranos que regresarán a la vida civil de Estados Unidos transfigurados por la guerra.
Artículo publicado por Ivan Sánchez en www.quesabesde.com
http://www.ninaberman.com/
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